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jueves, 12 de abril de 2012

El Canto de la Iguana Triste

En las entrañas de la oscura cueva, una inmóvil figura los observa, atenta, silenciosa y un poco temerosa. Temerosa del águila real, del ruido y de la niña. Temerosa de Adrih y de la humanidad. Una callada y solitaria iguana, pretendía que nadie la observara. Sofia se acercó y al verse reflejada en la mirada de aquel extraño ser, vio resbalar un ápice de vida, el correr de una lágrima que alumbraba el oscuro laberinto y a las ocho figuras esculpidas por los indios Tumaco. Estáticas y mudas se quedaron las dos: “Niña e iguana”, hasta el momento en que la iguana no pudo sostener el peso insoportable del silencio y secando con rabia y con decoro, la huella de la lágrima que en sus ojos ardía, dirigió su mirada a los tres visitantes al tiempo que decía éstas palabras:

Este es el canto de la iguana triste, que hace brotar los lirios de la tierra, la que de tiempo atrás vive y subsiste, aunque su vida es triste y lastimera. El magistral adorno que embellece mi lomo hasta la cola, es una original obra de arte, engastada en rubíes, esmeraldas, topacios y diamantes. Yo caminaba triste y solitaria, en una noche en que la luna llena, se vestía con su manto primoroso de jazmines, cocuyos y de estrellas y al verme taciturna y solitaria, la luna lloró lágrimas de perlas, y con ellas formó un collar precioso, que es el collar que oculto en mi huevera. Por eso es que mi especie está casi extinguida, porque los hombres roban mis collares y con ellos también roban mi vida. Así cantó con lastimero acento, mientras brotaba sangre de su herida, le habían robado su collar de perlas y hoy para siempre, se quedó dormida.

Todos vieron con asombro y tristeza, la hermosa y frágil vida que acaba de extinguirse. Quizás allá en la orilla de otra tierra, la iguana halle un refugio, donde logre ocultar el precioso collar de su huevera.

Marta Lilián Molano L
Fragmento del libro Bebé Adrih Sueña

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