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miércoles, 21 de octubre de 2015

Las Mágicas Aventuras de Fer y Chía

Primer Encuentro de Fer y Chia
(Leyenda de Bachué)




Aquella noche, Fer estaba indispuesto, con dolor de cabeza, por eso se acostó más temprano de lo acostumbrado. Cuando se quedó dormido, vio que todo se iluminaba con la presencia de una niña indígena que tenía una argolla en la nariz, y brillaba como si fuera de oro, su vestimenta era muy llamativa. También llevaba entre sus brazos un pequeño lagarto azul, lleno de escamas que parecían gemas preciosas.
¿Quién eres tú? (preguntó Fer, conteniendo la respiración)
-Hola Fer. Mi nombre es Chía que significa luna. Bachué me trajo hasta aquí para que seamos amigos. (dijo, mientras se acercaba colocando el lagarto azul en los brazos de Fernando). -No temas, no te hará daño. Son los hombres los que han hecho gran daño a muchas especies, como lo hicieron a la extinta tribu Chibcha, de donde provengo.
-¿De dónde eres y quien es Bachué? Preguntó Fer atemorizado.
Vengo de los Andes orientales en una región de América del Sur, vivo en la laguna sagrada de Guatavita. Mi tribu ya no existe. En otra ocasión te hablaré de mi procedencia, mi vida y mis ancestros. Ahora te diré quién es Bachué.
Hace muchos siglos, antes de que nuestro pueblo existiera, emergió de la laguna sagrada, una hermosa india de largos y negros cabellos llamada Bachué. Ella llevaba a un pequeño niño en sus brazos. Bachué quedó fascinada por la belleza del paisaje y decidió vivir en aquella región. Los años pasaron, el niño se convirtió en un apuesto hombre y como Bachué conservaba su belleza y juventud, se casó con él.
Tuvieron muchos… muchos hijos y se desplazaron por todo aquel lugar para poblar la tierra. Bachué enseñó a sus hijos a construir chozas, a tejer, a hacer vasijas de barro y cultivar la tierra. También les enseñó a hacer hermosos collares, narigueras, pectorales y otros adornos elaborados en oro y esmeraldas.
El esposo de Bachué, entrenó a los guerreros y les enseñó a amar, respetar y proteger a la madre tierra.
Cuando cumplieron su misión, Bachué y su esposo regresaron a la laguna sagrada y al sumergirse en ella, se transformaron en una gran serpiente símbolo de sabiduría que recorría la laguna ante la mirada de sus descendientes.
Por eso mi legendaria tribu, se reunía en aquella laguna sagrada para venerar a Bachué, quien fue madre, diosa y maestra de la extinta tribu Chibcha.

Marta Lilian Molano L.
Registro Derechos de Autor: 1-2015-49558




La Balsa de Oro que Casi Naufraga





Debes creerme Fer: Dice Chía a su buen amigo, mientras Plinio, el lagartito azul se acomoda en su hombro para escucharla mejor. Es cierto, hay una hermosa balsa de oro que hicieron mis antepasados y aún existe. La balsa se encuentra expuesta en el Museo de Oro de Bogotá. En ella hay estatuillas de oro de los valientes guerreros que sirvieron a mi padre, el cacique de Guatavita.

Fer supo que Chía la Caciquilla Dorada decía la verdad y pensó que valdría la pena conocer esa balsa de oro, si también pudiera navegar en ella, mar adentro. 

-Morfeo, Morfeo, dios del sueño y de las fantasías…. ¿porqué al leer el pensamiento de Fer, sonríes maliciosamente y levantas tu ceja izquierda, como si te propusieras hacer una travesura?
Morfeo: puedo ver dibujadas en mi imaginación, tus grandes alas haciendo malabares en el firmamento, asustando a las gaviotas, mientras llevas en tus brazos a Fer y a Chía que sorprendidos disfrutan esta maravillosa aventura.
Allí, resplandeciente en alta mar, como una danzarina que hipnotiza a quienes la miran, está la balsa dorada con sus figuras inmóviles de oro, de valientes guerreros legendarios y felices, entre ellos corretean Fer y Chía.
Susanowo, el temperamental y envidioso dios del mar, de origen japonés, se encuentra medio dormido tendido en la blanca arena, esperando que las olas hagan cosquilla en sus pies. Solo de esa forma él puede sonreír, pero contrario a sus planes, un destello de la barca, atravesó sus ojos y esto lo enfureció.
Susanowo empezó a maldecir y las olas crecieron, las nubes oscurecieron y se formó una tormenta que amenazaba con destruir a la balsa y sus ocupantes.
La diosa del sol, hermana del temperamental dios que causó la tormenta, se sintió muy avergonzada por el comportamiento de su hermano, por eso rescató a la barca dorada y a sus ocupantes, ocultándose junto a ellos en una cueva que encontró entre las más oscuras nubes que existen.
-¡Sáquenme de este túnel¡……….gritó Fer con todas sus fuerzas, tirando lejos la pesada manta que cubría su cara y de un brinco, quedó sentado en el suelo, al pie de la cama.
-Es un chico muy asustadizo, dijo Chía a la diosa del sol, tratando de contener su risa.
-Ya lo veo, ya lo veo… respondió la diosa, mientras se iluminaba su blanquísimo rostro y maternalmente atraía hasta su pecho a Chía, la caciquilla dorada. Las carcajadas de ambas aún se escuchan a lo lejos. 

Marta Lilian Molano L
Registro Derecho de Autor No 1-2015-50531

*inspirada en el mito japonés del dios del mar y la diosa del sol.


Fer y Morfeo Rescatan a Chía




Morfeo, el dios griego del sueño, aquella noche poblada de estrellas, vio a lo lejos a un lucero que poco a poco perdía su luz. Cuando esto sucede es porque en algún lugar del planeta, un niño sufre de pesadillas. Morfeo rápidamente tomó sus majestuosas alas y salió de su gran mansión, con el propósito de encontrar a ese niño y ayudarlo a salir de su pesadilla.
Morfeo llegó a la casa del niño, asomó a la ventana de su cuarto y encontró a Fer inquieto, luchando valientemente con la pesadilla de sus propios temores.

-¿Por qué gastas tu fuerza luchando contra algo imaginario como es el temor? Preguntó Morfeo a Fer.
-No es mi imaginación, respondió Fer. Chía quedó abandonada con Plinio, su lagartito azul, en África, enredada en las ramas del árbol de la historia y nunca podrá regresar.
-Ahora comprendo que tu corazón también está comprometido en esta lucha; veo que Chía La Caciquilla Dorada, es muy importante para ti, realmente es ella la que ilumina tus sueños. Dijo Morfeo a Fer, mientras sonreía comprensivo y trataba de darle ánimo con sus palabras. 
Iremos a rescatarla, pero es necesario que mis hermanos Fabetor y Fantaso nos acompañen.
Ellos requerían la presencia de Fabetor, porque él les abriría los ojos para que vieran donde se encontraba Plinio, el lagartito azul y Fantaso les mostraría el árbol de la historia, ya que la misión de Morfeo es construir fantasías para los seres humanos y ayudarlos a que tengan buenos sueños.
Todo sucedió en menos tiempo del que toma un gallo para cantar. 
Morfeo, Fabetor y Fantaso llevaron en un mágico sueño a Fer, hasta Chaga, lejana región de África, donde se encuentra el Árbol de la Historia.
Y adivinen que… Chía la Caciquilla Dorada y Plinio su lagartito azul, estaban profundamente dormidos, acurrucados en el tronco de aquel legendario Árbol. 
Fer tomó una canasta, que dejó tirada en aquel lugar la chica de Chaga, y cubriéndola por dentro con algunas hojas, la llenó con agua de una quebrada que estaba cerca, y derramó el agua fría sobre el rostro de Chía, para hacer que despertara.
Chía corría tras él, queriendo vengar su travesura. Morfeo, Fabetor y Fantoso, no podían contener la risa….Tampoco Fer, que despertó escuchando sus propias carcajadas.

Marta Lilian Molano L.
Registro Nacional de Derecho de Autor No1-2015-49553
Junio 30 de 2015.

*Parte de los comentarios, se han narrado teniendo presente a personajes de la mitología griega, como lo son Morfeo y sus hermanos Fabetor y Fantaso.


Fer y Chia Bajo el Árbol de la Historia
(La Chica de la Leyenda de Chaga)



Quieres acompañarme al Africa? -preguntó Chía a Fer, con una mirada traviesa, mientras Plinio su lagartito azul, se escondía debajo de su cabello. Fer no alcanzó a responder, como por arte de magia fue transportado junto a Chía debajo de un frondoso y gigantesco árbol. Ellos vieron con sus propios ojos lo que aqui les cuento:
-Corran, corran, ya se que no podrán alcanzarme. Decia la chica de Chaga, al grupo de amigos que la acompañaba. El color de su piel, era como el de la tierra fértil y sus dientes tan perfectos y blancos parecían un collar de perlas.
Ella corría como una gacela feliz. Su vestido de llamativos colores semejaba un jardín donde muchas mariposas se recrean y alimentan.
Sus amigos no se equivocaban al pensar que aquella chica era muy bella; se sentían hipnotizados por sus grandes ojos oscuros rodeados de crespas pestañas. Ella protegía del sol, su cabello ensortijado, cubriéndolo con un pañuelo de color verde y llevaba una canasta de fibra vegetal, para llenarla de fresca hierba que sus conejos esperaban ansiosos.
Sudorosa y jadeante, la chica de Chaga llegó hasta el cenagal donde la desgracia la esperaba. Al colocar sus pies sobre la hierba, ésta empezó a tragársela poco a poco, con tanta fuerza, como si debajo de la tierra una boa gigantesca la estuviera esperando. Nada pudieron hacer sus amigos para rescatarla.
Los padres, muy tristes fueron donde un anciano muy sabio de la región y el les aconsejó que sacrificaran en aquel lugar, una vaca y una oveja. Cuando hicieron ésto, oyeron a la joven cantando muy feliz y se alejaba como si estuviera recorriendo un camino muy bello. Al acallarse su voz, creció un hermoso árbol cuyas ramas tocaban el cielo. Allí las aves venían para hacer sus nidos y los campesinos que pasaban con su ganado, encontraban sombra y refugio bajo sus ramas.
Dos muchachos curiosos subieron a aquel árbol y desde allí, gritaron a sus compañeros que estaban viviendo en una época pasada. Ellos se eternizaron entre sus ramas, nunca pudieron regresar.
Cuenta la leyenda que aquel árbol misterioso fue llamado "El Árbol de la Historia".
Fer estaba asustado, casi no podía creer lo que vieron sus ojos. Chia se divertía: Su inteligente amigo estaba blanco de pánico.
-!Plinio, regresa! - gritó Chia a su lagarto azul, pero era demasiado tarde, el lagartito brillaba entre las ramas, como si fuera una gema preciosa y Chía subió para rescatarlo.
Los lentes de Fer, se opacaron por el llanto. -Chiaaáa, Plinioooo regresen. No quiero que se pierdan en el Árbol de la Historia. Como regresaré a casa?
Fer despertó escuchando sus propios gritos, el corazón parecía salirse de su pecho.
-No temas, sobrevivirás a este gran susto, decía Chia riéndose a carcajadas, mientras lo observaba sentada en las ramas del frondoso árbol y su lagartito azul, dormitaba oculto entre su cabello.

Marta Lilián Molano L
Registro DDA: 1-2015-49549

*Esta historia ha sido inspirada en La Leyenda de Chaga* (África).

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