Aquí está el Sembrador, me lo dijo la luna,
mientras teje un rosario de sueños y de espuma.
Su alma se entristece, le lastima la espina
de una rosa sagrada que es la flor de su vida.
Después de tantos años, me senté frente a él,
y vi emerger el llanto de sus ojos de miel.
Estrellitas dolientes bañaron sus mejillas
el amor hecho esencia, se asomo a sus pupilas
en gotitas de lluvia revestidas de sal,
como niñas traviesas, que se escapan del mar.
Su dolor infinito, se refugió en mi pecho
y al contemplar sus ojos, trémulos laberintos
bañados de tristeza, de amor y de silencio,
mi espíritu impotente, no sabía qué hacer.
He visto al sembrador que tiene ojos de miel,
del dolor que le agobia, fui testigo también
conmigo había una rosa, y un precioso clavel.
Mi espíritu impotente, se estremece en mi ser,
su alma en llanto brota bañando sus mejillas
gime su ser como cascada triste y mi alma también.
Marta Lilian Molano L
Viernes 31 de Agosto de 2012