(Dedicado a Tatiana Ospina Montes y a
Athena, su gata Bola de Humo)
Oí cantar a un jilguero y me asomé a
la ventana,
el floripondio exhalaba el perfume de
los dioses,
era un bello atardecer, el ocaso
suspiraba
contemplando a la montaña mirándose en
la quebrada.
Muy cerca de la montaña, en el volcán del Barú
casi invisible danzaba,
el espanto de un chamán que entre enardecidos
ritos
a sus ancestros llamaba.
Y despertó aquel volcán de su sueño
tan profundo…
se levantaron fantasmas, abriendo el
cofre sagrado
que el volcán había guardado, de aquí,
de allá, de otros mundos…
Athena una gata gris, envuelta en
ceniza y humo de su cráter emergió,
maullando olfateó a la brisa y la
agraciada felina,
como un impetuoso rayo, enigmática y
hermosa a mi ventana llegó.
Athena Bola de Humo: de aquí, de allá,
de otro mundo…
La favorita de Zeus, emigró de Grecia a Egipto
con mágicos jeroglíficos plasmados en
sus pupilas a los ojos me miró.
Y me sumergió en un sueño, que jamás
olvidaré:
Pirámides colosales de indescriptible
belleza,
egipcios tallando piedras
y escribiendo en los papiros con
sorprendente destreza,
mil momias embalsamadas…
la faraónica mirada del legendario
Ramsés,
y mi paseo con Sitra por el Valle de
las Reinas.
Athena “Bola de Humo” fue allí donde me enteré
que en aquella dinastía, en el
milenario Egipto,
como diosa venerada, fuiste tú la consentida
y muy amada mascota del legendario
Ramsés.
Marta Lilian Molano L.
Mayo 28 de 2015
Registro
Nacional de Derecho de Autor
número:1-2015-43077
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