Era un amanecer sombrío
y allí entre la penumbra
escuchando el Tic Tac del corazón velaba inquieta mi imaginación.
La lluvia se escurría en mi ventana
las sombras enmarcaban
el glorioso debut
de ancestrales parientes
que emergían con mirada serena
y solemne actitud
Unos cortaban leña,
otros en la molienda del café
y del Maíz y los niños
jugando a ser adultos
en caballitos de trapo y madera corriendo por ahí.
Fluía el pensamiento magistral, silencioso...
pinceles luminosos
creaban nuevos mundos.
Incorpóreos seres llamaron mi atención:
Escuchaba sus voces,
cantaban y reían
estaban reunidos
todos en mi balcón.
Y yo: Sola conmigo
-disfrutando mi amena compañía- haciéndole cosquillas
a algunos duendecillos
que se escaparon
desde mi niñez
duendecillos traviesos,
reñian y lloraban
apretujados entre mi brasier.
Tiritaban desnudos
comiéndose las uñas
procurando abrigarse
y quedarse dormidos
entre cobijas rotas del ayer.
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