Amado, estás en mí como la noche,
en el brillo radiante de la estrella,
como el néctar dulcísimo en las flores,
como el nácar precioso entre las perlas.
Como el canto sublime de las olas
que entre la espuma dulcemente juega,
y feliz se refugia en las entrañas
del caracol que habita en sus arenas.
Cuando se asoma el alba a mi ventana
el ángel del ensueño se apresura
y con níveo candor de madrugada,
estampa un beso azul sobre mi cara
y entre suspiros, tu nombre susurra...
Amado estás en mí, como el ocaso
reclinado en los brazos de la aurora,
dormitando feliz en su regazo,
sobre su enagua engalanada en rosas,
bordada de traviesas mariposas
y danza de gorriones y gaviotas.
Amado estás en mí como el riachuelo
que en éxtasis supremo llora y canta,
al descubrir a una pareja blanca,
de hermosos cisnes que intentan amarse
sobre el precioso lecho de sus aguas.
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