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martes, 1 de mayo de 2012

Sábanas Blancas


Era una noche ajena a los recuerdos  
al insistente canto de los grillos,
indiferente al trémulo rocío
que plasma el vaho en la ventana fría,
y es confidente de tardes sombrías
 que deshojan marchitas esperanzas
de un devenir callado, mudo, incierto,
bajo el lento desfile de la arena
en el reloj impávido del tiempo.
En esa noche sin lapso y memoria
entre sábanas blancas perfumadas,
yacen desnudos dos amantes cuerdos.
Anónimos viajeros, errantes  del espacio,
de la brisa traviesa cantarina, 
peregrinos de sueños transparentes
y de eróticas danzas con canto y  fantasía.
Frenéticos suspiran entre sábanas blancas
con encaje de antaño, que al mirarlas parece
que han bordado, a través de los años
susurros y poesía, madrugadas de besos de caricias 
y temblor de  pupilas, de oraciones calladas
y sedientas en éxtasis dormidas...
Bajo la lluvia titilante fría, 
que golpea el cristal de la ventana
hay una danza gloriosa y extraña
que se percibe entre las blancas sábanas.
Un palpitar de corazones locos,
como hermosos caballos galopantes
que van en busca del edén perdido,
en la punta sublime de un diamante.
El grito que se ahoga en un gemido,
 y el arroyo fecundo, fiel,  constante,
sobre sábanas blancas perfumadas
nuestros cuerpos anhelan abrazarse.
Anónimos viajeros…
errantes del espacio mudo, incierto, 
bajo el lento desfile de la arena,
en el reloj impávido del tiempo.

Marta Lilián Molano L
(Abril 15 de 2007)

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